De la teoría a la tragedia: Releyendo a Walter Benjamin sobre la “estetización de la política” y la “politización del arte”

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El fascismo intenta organizar a las masas proletarias recién creadas sin tocar la estructura de la propiedad que ellas buscan suprimir. El fascismo encuentra su salvación al dar a estas masas no su derecho, sino una ocasión para expresarse… El resultado lógico del fascismo es una estetización de la vida política. El comunismo responde con la politización del arte.” Walter Benjamin

Introducción

En las líneas finales de La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica (1935), Walter Benjamin formula su oposición política más citada: “El resultado lógico del fascismo es una estetización de la vida política. El comunismo responde con la politización del arte” (Benjamin, 2003, p. 64). Para Benjamin, la estrategia fascista consistía en hipnotizar a las masas mediante el espectáculo, preservando intactas las relaciones de propiedad existentes; la alternativa comunista, en cambio, debía redirigir la producción artística hacia la lucha política. Tan brillante como esta oposición pudo parecer en su tiempo, la mirada retrospectiva nos obliga a preguntar: ¿estaba justificada la fe de Benjamin en el comunismo o fue trágicamente ingenua?

El contexto de 1935

Benjamin escribió bajo la sombra inmediata de Mussolini y Hitler. Los regímenes fascistas negaban derechos políticos genuinos mientras organizaban desfiles grandilocuentes, rituales de culto y espectáculos cinematográficos. Como él mismo escribió, el fascismo “encuentra su salvación en dar a estas masas no su derecho, sino una ocasión para expresarse” (Benjamin, 2003, p. 63). La política se transformó en teatro, una coreografía de sumisión, ejemplificada de manera paradigmática en los filmes de Leni Riefenstahl.

Frente a esto, Benjamin propuso que el comunismo debía politizar el arte. Imaginaba la fotografía, el cine y el noticiero no como instrumentos rituales, sino como medios para despertar la conciencia. El cine soviético de montaje parecía ejemplificar este uso emancipador de la técnica, diseñado para quebrar las ilusiones burguesas y movilizar a los trabajadores hacia la transformación colectiva. En aquel momento, el comunismo aún conservaba un aura de promesa revolucionaria para muchos intelectuales europeos.

Lenguaje, contexto y cambio de significado

Para interpretar a Benjamin con precisión, su terminología debe entenderse en su estado sincrónico. Como explicó Saussure (1916/1945), el valor de un signo depende de su lugar dentro de un sistema lingüístico específico. En 1935, “fascismo” designaba la Italia de Mussolini y la Alemania de Hitler; “comunismo” aludía a la revolución marxista-leninista y su manifestación soviética. Hoy, sin embargo, estos términos han evolucionado. “Fascismo” se emplea de manera más amplia para describir regímenes autoritarios y ultranacionalistas; “comunismo” se asocia inseparablemente con el registro histórico de las purgas de Stalin, la Revolución Cultural de Mao y otras devastaciones autoritarias. Una lectura sincrónica aclara la intención de Benjamin, pero la perspectiva diacrónica revela cuánto se han desplazado sus categorías.

Retrospectiva e historia trágica

Benjamin acertó respecto al fascismo: toda su política fue efectivamente estetizada, desde los desfiles coreografiados hasta la glorificación de la guerra. Pero el otro lado de su oposición se derrumba ante la evidencia histórica. Mientras él imaginaba que el comunismo politizaría el arte para liberar a las masas, los regímenes comunistas a menudo lo politizaron para esclavizarlas. La URSS estalinista impuso el Realismo Socialista, transformando el arte en propaganda, glorificando al líder, reescribiendo la historia y silenciando a las voces disidentes. La China maoísta movilizó el arte durante la Revolución Cultural como arma de adoctrinamiento. A lo largo del siglo XX, los estados comunistas no solo reprimieron la libertad artística, sino que además estuvieron al frente de matanzas masivas: se calcula que las víctimas alcanzan cerca de cien millones en todo el mundo.

La amarga ironía es que la visión emancipadora de Benjamin sobre la politización del arte se realizó, pero solo en su forma más siniestra. En lugar de empoderar al proletariado, el arte se convirtió en herramienta de control autoritario. Su fórmula sigue siendo teóricamente elegante, pero fue brutalmente contradicha por la historia.

Reinterpretar a Benjamin hoy

¿Cuál es, entonces, el valor de la oposición benjaminiana? Una respuesta es desligarla de los actores históricos de los años treinta y reinterpretarla en términos estructurales. En lugar de fascismo versus comunismo, podemos pensar en estetización autoritaria frente a politización crítica. Lo primero describe cualquier régimen que convierte la política en espectáculo, fascista o no. Lo segundo puede significar todavía un arte que interviene en luchas sociales, critica al neoliberalismo o moviliza la acción colectiva, pero sin caer en la propaganda estatal.

En este sentido, la intuición de Benjamin permanece vigente. Sus categorías continúan iluminando la tensión entre el arte como mistificación y el arte como crítica, incluso si el comunismo histórico en el que confió se convirtió en vehículo del terror.

Conclusión

El ensayo de 1935 sigue siendo profético al diagnosticar la estrategia fascista de convertir la política en teatro. Sin embargo, su confianza en la capacidad del comunismo para politizar el arte estuvo trágicamente mal situada. Desde nuestra perspectiva, su fórmula es brillante e incompleta a la vez: ofrece una herramienta conceptual, al tiempo que recuerda cómo la realidad histórica puede traicionar las esperanzas teóricas. Hoy, el desafío consiste en recuperar la politización del arte para fines emancipadores, sin olvidar jamás lo fácilmente que puede pervertirse en un instrumento de dominación.

Referencias

Benjamin, W. (2003). La obra de arte en la época de su reproductibilidad técnica. En W. Benjamin, Discursos interrumpidos I (J. Aguirre, Trad., pp. 15–66). Taurus.

Saussure, F. de. (1945). Curso de lingüística general (A. Alonso, Trad.). Losada. (Obra original publicada en 1916)

Eagleton, T. (2009). Walter Benjamin o hacia una crítica revolucionaria. Akal.

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