¿Existe el Posmarxismo? Una crítica a la oposición entre marxismo y posmodernismo en el debate entre Žižek y Peterson
![]() |
El debate. AI art. Fotorrealismo |
El debate entre Slavoj Žižek y Jordan Peterson, celebrado el 19 de abril de 2019 en el Sony Centre de Toronto ante más de 3 000 personas (y millones de espectadores en línea), se presentó como una confrontación entre capitalismo y marxismo. Sin embargo, uno de los ejes más discutidos fue la supuesta existencia de una corriente llamada postmodern neo-Marxism. Peterson sostiene que esta corriente representa una continuidad narrativa del marxismo en el discurso identitario; Žižek, en cambio, niega toda conexión real con el marxismo “puro”. Esta dicotomía —marxismo frente a posmodernismo— representa una lectura reduccionista que ignora su historia compartida.
Tesis: Aunque suelen presentarse como opuestos irreconciliables, el marxismo y las corrientes posmodernas comparten una genealogía común. Muchos de los pensadores clasificados como posmodernistas surgieron del marxismo y desarrollaron sus críticas desde dentro de esa tradición. Negar esta continuidad, como hace Žižek, supone reproducir una dicotomía simplificadora que desoye la complejidad histórica de la teoría crítica. En este sentido, la lectura de Peterson, pese a sus propios límites, acierta al percibir rastros persistentes de estructuras narrativas marxistas en los discursos contemporáneos sobre poder e identidad.
La tesis de Peterson: continuidad narrativa como persistencia marxista
Peterson caracteriza el postmodern neo-Marxism como una maniobra ideológica en la que se sustituye la lucha de clases por la lucha entre identidades:
“I see the connection between the
postmodernist types and the Marxists as a sleight of hand that replaced the
notion of the oppression of the proletariat by the bourgeoisie with the
oppression by one identity group by another.”
— Jordan Peterson, Debate Žižek vs. Peterson, 2019
Según él, la narrativa moral básica se mantiene: el mundo sigue estructurado como un conflicto entre opresores y oprimidos. Aunque desaparecen categorías como “clase” o “modo de producción”, persiste la lógica estructural del marxismo. No se trata, para Peterson, de una afinidad superficial, sino de una continuidad profunda. El relato revolucionario permanece bajo nuevas formas: el marxismo ha mutado hacia lo cultural, pero no ha desaparecido.
La respuesta de Žižek: rechazo del “marxismo moral” y exigencia de nombres
Žižek desafía a Peterson a justificar su afirmación con ejemplos concretos:
“Where did you find that? I don’t know them.
I would ask you: give me some names. Who are the Marxists here?”
“What you describe as postmodern neo-Marxism… Where is the Marxist element in
it?”
— Slavoj Žižek, Debate Žižek vs. Peterson, 2019
Para Žižek, quienes adoptan una lógica de victimización identitaria no tienen ningún compromiso con la tradición marxista. Lo que él llama hipermoralización es, más bien, un síntoma de impotencia política:
“I think it’s a hyper-moralization which is a silent admission of defeat.”
El marxismo genuino, sostiene, se articula en torno a una praxis material transformadora. Los discursos identitarios carecen de ese horizonte. Su postura es la de un marxismo crítico, reacio a asumir formas de subjetivismo ético o culturalista desligadas del análisis estructural.
Entre ambos mundos: lo posmoderno como forma interna del marxismo
Entre estas posiciones puede pensarse una tercera posibilidad. En De la gramatología, Derrida escribe:
“El afuera mantiene con el adentro una relación que, como siempre, no es de mera exterioridad. El sentido del afuera siempre estuvo en el adentro, prisionero fuera del afuera, y recíprocamente.”
Con esta frase, Derrida cuestiona la lógica binaria sobre la que se construye gran parte del pensamiento occidental. La oposición entre interior (voz, pensamiento, presencia) y exterior (escritura, signo, representación) no es una separación tajante: el “afuera”, tradicionalmente concebido como secundario o marginal, es constitutivo del “adentro”. La escritura no es un suplemento añadido a la voz, sino su condición estructural.
Este análisis puede extenderse a cualquier par binario. Con frecuencia, el término excluido resulta ser la condición de posibilidad del privilegiado. Este marco conceptual resulta especialmente útil para abordar la pregunta: ¿Existe el posmarxismo?
Hibridaciones críticas y genealogía del pensamiento emancipador
La historia de la teoría crítica no se articula en bloques cerrados, sino en redes y desplazamientos. Pensar el posmodernismo como una traición al marxismo es tan simplificador como negarle toda relación.
La oposición entre ambas escuelas suele presentarse como absoluta: una ligada al pensamiento científico, al compromiso histórico, a la verdad; la otra, al relativismo, la fragmentación y la sospecha posmetafísica. Sin embargo, esta oposición es más problemática de lo que parece. De hecho, la relación entre marxismo y posmodernismo ejemplifica la intuición derrideana: el supuesto “afuera” del marxismo —el posmodernismo— nunca ha sido realmente exterior a él, y viceversa.
Muchos pensadores comúnmente clasificados como posmodernistas o posestructuralistas se formaron en el seno del marxismo, incluidos sus momentos más ortodoxos: estalinismo, maoísmo o marxismo-leninismo. Michel Foucault, Jacques Derrida, Jean-François Lyotard, Gilles Deleuze e incluso Jacques Lacan pasaron, en mayor o menor medida, por una etapa marxista antes de criticar o reelaborar esa tradición.
Foucault, por ejemplo, cuestionó el economicismo y el determinismo del marxismo clásico, pero mantuvo una preocupación central por las relaciones de poder, la dominación y los dispositivos ideológicos. Derrida, en Espectros de Marx (1993), reconoce que no es posible pensar el presente ni la justicia sin la herencia de Marx, aunque critique su ontología, su teleología y su anclaje en la metafísica de la presencia.
Estas críticas no implican necesariamente una ruptura definitiva. Son, en muchos casos, relecturas internas o desplazamientos estratégicos que conservan preocupaciones fundamentales: crítica a la ideología, denuncia de la opresión, impulso transformador, aunque ya no se expresen en los términos clásicos.
Un pensador puede ser, y de hecho ha sido, marxista y posmodernista a la vez. Derrida reconocía su deuda con Marx incluso en sus momentos más deconstructivos. Foucault tuvo vínculos con el Partido Comunista Francés, y aunque dejó de usar categorías como “clase” o “modo de producción”, su análisis del poder conserva afinidades estructurales con la crítica marxista. Lacan, influido por el marxismo, fue posteriormente releído en clave marxista por Althusser o el propio Žižek. En todos estos casos, hubo un desplazamiento de significantes, pero no necesariamente de significados.
Pensar que marxismo y posmodernismo son incompatibles por definición implica asumir una visión rígida y esencialista de ambas tradiciones. Presupone que cada una constituye un sistema cerrado, sin ambigüedades ni transformaciones. Pero la historia del pensamiento crítico es más bien una historia de hibridaciones, cruces y tensiones. En lugar de verlas como bloques opuestos, conviene reconocer las zonas de intersección, los desplazamientos productivos y las continuidades críticas.
Como sugiere Derrida, el “afuera” nunca ha sido simplemente externo al “adentro”, sino que lo habita como su condición, su síntoma o su espectro:
«Le dehors entretient avec le dedans un rapport qui, comme toujours, n’est rien moins que de simple extériorité. Le sens du dehors a toujours été dans le dedans prisonnier hors du dehors, et réciproquement.»
Conclusión
Tanto Peterson como Žižek participan, desde lugares distintos, de una lógica dicotómica: uno ve continuidad sin distinción, el otro ruptura absoluta. Pero una lectura genealógica permite ver esa oposición como ilusoria. No hay una herencia lineal ininterrumpida, ni una ruptura total sin resto (trace).
Negar toda continuidad entre marxismo y posmodernismo supone postular una pureza ideológica que nunca existió; afirmarla sin matices, reducir la crítica a una narrativa fija. Lo fecundo es reconocer la tensión: el posmodernismo es al mismo tiempo herencia, crítica y desplazamiento del marxismo.
En lugar de elegir entre uno u otro, es más productivo pensar su entrelazamiento conflictivo como parte de una misma historia crítica: una historia que, aunque fragmentada, sigue buscando formas de nombrar la dominación y de imaginar la emancipación.
Bibliografía
- Derrida, Jacques. De la gramatología. Ed. Siglo XXI.
- Derrida, Jacques. Espectros de Marx. Ed. Trotta, 1995.
- Žižek, Slavoj. El acoso de las fantasías. Fondo de Cultura Económica, 2000.
- Foucault, Michel. La arqueología del saber. Ed. Siglo XXI, 1969.
- Peterson, Jordan B. Debate con Slavoj Žižek, 2019.
- Hicks, Stephen R. Explaining Postmodernism: Skepticism and Socialism from Rousseau to Foucault. Scholargy Publishing, 2004.
- Marxism: Žižek/Peterson: Official Video – https://www.youtube.com/watch?v=lsWndfzuOc4
Comentarios
Publicar un comentario