De la Resignación al Éxtasis: Schopenhauer y Nietzsche sobre el Arte y la Voluntad

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Introducción

¿Puede la belleza calmar un mundo herido o debe lanzarse a la misma turbulencia que busca iluminar? Arthur Schopenhauer y Friedrich Nietzsche ofrecen respuestas opuestas. Schopenhauer imagina el arte como un susurro momentáneo, un intervalo en el que la incesante Voluntad se silencia. Nietzsche, aunque fascinado por ese diagnóstico, invierte su valor: el arte no debe apaciguar la Voluntad, sino coronar su frenesí con forma y canto.

Este ensayo identifica las ideas centrales que anclan la teoría estética de cada filósofo. Comenzaremos exponiendo la visión schopenhaueriana de una contemplación desprovista de deseo, en la que la Voluntad se silencia; luego abordaremos la audaz revalorización nietzscheana; y, finalmente, examinaremos los puntos precisos en los que sus caminos se separan —y donde permanecen en diálogo.

Schopenhauer: El Ojo Sereno

1. El telón de fondo metafísico

Inspirándose en Kant, Schopenhauer divide la realidad en dos: el ámbito fenoménico, estructurado por el espacio, el tiempo y la causalidad, y el ámbito noúmeno, que él se atreve a nombrar como Voluntad—un impulso ciego que anima toda apariencia (Schopenhauer, 1819/1969). La vida cotidiana transcurre dentro del “principio de razón suficiente”, donde cada evento exige una causa y el deseo genera una búsqueda interminable.

2. Escape estético

Solo el arte suspende ese circuito incansable. En el “momento de contemplación estética”, nos convertimos en “sujeto puro del conocimiento”, un “espejo claro del objeto” (Schopenhauer, 1819/1969, §34). El deseo se detiene, el sufrimiento se disipa, y el contemplador observa Ideas eternas en lugar de cosas efímeras. La dicha es breve—pronto la Voluntad vuelve a imponerse—pero ese respiro sugiere una redención más profunda.

3. Una jerarquía de las artes

Schopenhauer ordena los medios artísticos según su cercanía a las Ideas: la arquitectura revela fuerzas físicas, la pintura de paisajes muestra la vida vegetal, la escultura y la poesía expresan la naturaleza humana, y la música—única entre todas—“habla el lenguaje de la Voluntad misma” (§52). Sin embargo, incluso la música cumple un propósito negativo: adormece el afán; no lo celebra.

4. Redención negativa

Por ello, el ideal estético de Schopenhauer sigue siendo quietista. El arte anticipa una auténtica liberación, realizada no en la creación sino en la renuncia: el santo, el asceta, el sabio compasivo que se aparta completamente del querer.

Nietzsche: La Tragedia como Danza

1. Un discípulo agradecido y rebelde

En El nacimiento de la tragedia (1872), el joven Nietzsche admite que “se esforzó por expresar valoraciones extrañas con fórmulas tomadas de Schopenhauer y Kant” (Nietzsche, 1886/2003, p. 24). Mantiene la premisa schopenhaueriana—la vida está saturada de dolor—pero rechaza el consejo de resignación.

2. Justificación estética de la existencia

La frase decisiva de Nietzsche reza: “Solo como fenómeno estético está justificada eternamente la existencia y el mundo” (Nietzsche, 1872/2000, §5). Aquí el arte no silencia la Voluntad; justifica su tumulto, convirtiendo la agonía en esplendor.

3. Forma apolínea y éxtasis dionisíaco

La tragedia griega fusiona dos impulsos: el impulso apolíneo hacia la forma clara y el arrebato dionisíaco de disolución extática. En el coro trágico, los espectadores enfrentan el sufrimiento sin vacilar, pero la estructura apolínea hace que ese sufrimiento sea soportable, incluso jubiloso. La ilusión no es un mero velo; es el florecimiento supremo de la realidad.

4. Hacia una redención afirmativa

El dolor no se anestesia, sino que se transfigura—se convierte en ritmo, imagen y canto. La redención, entonces, es afirmativa y creativa. El festival trágico nos enseña a decir Sí a la vida, no ignorando el abismo, sino bailando sobre él.

Puntos de Contacto y Divergencia

Tema

Schopenhauer

Nietzsche

Fundamento metafísico

Una Voluntad única e implacable, fuente de angustia

Terreno caótico reinterpretado como voluntad de poder

Función del arte

Suspensión temporal del deseo

Transformación del sufrimiento en celebración

Actitud hacia la ilusión

Tolerada como vía hacia la esencia

Afirmada como ficción empoderadora

Género privilegiado

Música (voz de la Voluntad)

Tragedia ática (fusión de música e imagen)

Salvación

Quietud negativa, renuncia

Exuberancia positiva, autocreación

La influencia es clara: el vocabulario de Nietzsche—sufrimiento, Voluntad, consuelo metafísico—proviene directamente de Schopenhauer. La ruptura se produce en la finalidad del arte. Para Schopenhauer, el alivio equivale al reposo; para Nietzsche, equivale a la intensificación y metamorfosis.

¿Por qué ésta ruptura sigue siendo relevante?

El quietismo de Schopenhauer resuena con el desapego budista y con las artes minimalistas contemporáneas que invitan a la reflexión serena. La afirmación dionisíaca de Nietzsche anima la performance vanguardista, los conciertos de rock y todo acto creativo que forja sentido a partir de la disonancia. Su disputa también enmarca el debate actual sobre si el arte debe curar o provocar: ¿es la belleza un bálsamo o un impulso hacia la creación?

Nietzsche extenderá más tarde este argumento más allá del escenario, exhortando a los individuos a esculpir su propio carácter como la obra de arte suprema—una idea que aún alimenta discusiones sobre la autoconstrucción y la autenticidad existencial.

Conclusión

Cuando el arte nos eleva por encima del deseo cotidiano, ¿vemos una eternidad silenciosa o sentimos que el pulso de la vida se vuelve más intenso y luminoso? Schopenhauer y Nietzsche responden a este enigma en tonos contrarios. Schopenhauer enfría la fiebre de la existencia mediante una mirada sin voluntad; Nietzsche aviva esa fiebre hasta convertirla en una fiesta. Su diálogo esboza dos destinos duraderos para la estética—resignación y éxtasis—y nuestros propios anhelos artísticos siguen oscilando en la línea que ellos trazaron.

Referencias

Hauskeller, M. (2015). Was ist Kunst? Positionen der Ästhetik von Platon bis Danto. C. H. Beck.
Nietzsche, F. (2000). The Birth of Tragedy and Other Writings (R. Speirs, Trad.; D. Breazeale, Ed.). Cambridge University Press. (Obra original publicada en 1872)
Nietzsche, F. (2003). “An Attempt at Self-Criticism.” En The Birth of Tragedy and Other Writings (R. Speirs, Trad.; D. Breazeale, Ed., pp. 19–30). Cambridge University Press. (Obra original publicada en 1886)
Schopenhauer, A. (1969). The World as Will and Representation (E. F. J. Payne, Trad.; Vol. 1).
Dover Publications. (Obra original publicada en 1819)

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