Nietzsche y el Eterno Retorno: ¿Quién Quiere Vivir para Siempre?

Dalí's Wheel of Time. AI art

  

I'm just sitting here
Watching the wheels go round and round
I really love to watch them roll

                              Watching the Wheels. John Lennon

Introducción: La Paradoja de Desear la Inmortalidad

En el cuento "El inmortal" de Jorge Luis Borges, un hombre descubre la vida eterna solo para ser aplastado por su falta de sentido. Hoy, visionarios tecnológicos sueñan con colgar la conciencia en la nube, imaginando una juventud eterna sin sufrimiento. Pero Nietzsche plantea una pregunta que perturba tanto el mito antiguo como la ambición moderna: ¿realmente amas la vida o simplemente temes a la muerte?

Tememos nuestra propia aniquilación. Sin embargo, cuando se nos presenta la idea de vivir esta misma vida una y otra vez por la eternidad —cada momento, cada error, cada alegría y tristeza— la mayoría retrocede. ¿Por qué? Porque no abrazamos verdaderamente la vida tal como es. La preferimos con condiciones: sin dolor, sin fracaso, inmune a la decadencia.

Para Nietzsche, este abrazo condicional no es afirmación, sino resentimiento, un "No" disfrazado a la existencia. Su concepto del Eterno Retorno nos confronta con una prueba radical: ¿puedes decir "Sí" a la totalidad de la vida, no solo una vez, sino eternamente? Este desafío desentierra nuestras contradicciones más profundas, revelando cómo la afirmación de la vida a menudo está entrelazada con su negación.

El Eterno Retorno: Orígenes, Evolución y Provocación

El Eterno Retorno no es una teoría cosmológica en sentido estricto. Nietzsche lo presenta más bien como un experimento mental, una provocación psicológica y ética.

Sin embargo, su origen se extiende profundamente en la historia filosófica. Los estoicos imaginaron el cosmos como un ciclo eternamente recurrente, donde el universo arde y renace en forma idéntica. Nietzsche conocía esta tradición y también leyó a Schopenhauer, quien —basándose en el pensamiento hindú y budista— veía el tiempo como una rueda de sufrimiento y renacimiento interminables, de la que se debía escapar mediante la negación de la voluntad.

Pero la versión nietzscheana del eterno retorno invierte esta lógica. En lugar de escapar, exige afirmación. Formulado por primera vez en La gaya ciencia §341, llega como un demonio en la noche, susurrando: [1]

"¿Qué pasaría si un demonio se arrastrara tras de ti en tu soledad más solitaria un día o una noche y te dijera: 'Esta vida, como la vives ahora, y la has vivido, debes vivirla una vez más, y también innumerables veces; y no habrá nada nuevo en ello, pero cada dolor y cada alegría y cada pensamiento y cada suspiro, y todo lo indeciblemente pequeño y grande en tu vida debe volver a ti, y todo en la misma serie y secuencia...'?"

La idea resurge con resonancia mítica en Así habló Zaratustra, donde se convierte en una doctrina cósmica. Más tarde, en Ecce Homo, Nietzsche la enmarca como un estándar ético: solo aquellos que dicen "Sí" a la vida tan completamente que la vivirían de nuevo para siempre son verdaderamente grandes. [2]

 

Afirmación de la Vida y Ja-Sagen: Lo que Demanda el Eterno Retorno

Nietzsche llama a esto "decir Sí" (Ja-Sagen), y no es un optimismo superficial. Afirmar el eterno retorno es abrazar lo trágico, lo aleatorio y lo doloroso —no a pesar de ellos, sino a través de ellos. Requiere un coraje dionisíaco que ama el devenir, el cambio y el caos.

Esta afirmación es inseparable del concepto nietzscheano de la Voluntad de Poder: un esfuerzo no solo por sobrevivir, sino por moldear, transmutar incluso el sufrimiento en fortaleza. También se cruza con el amor fati, el amor al destino. Como escribe en Ecce Homo: [3]

"Mi fórmula para la grandeza en un ser humano es amor fati: que uno no quiere que nada sea diferente, ni hacia adelante, ni hacia atrás, ni en toda la eternidad."

Por el contrario, los sueños míticos de inmortalidad —el Cielo, el Nirvana, la Fuente de la Juventud— a menudo ocultan una negativa a aceptar la vida tal como es. Los tecno-utópicos de hoy, desde los transhumanistas hasta las empresas emergentes de longevidad, prometen una trascendencia digital: un futuro en el que la vida se carga, se optimiza y se purga de dolor, decadencia e incluso del cuerpo. Estas visiones evocan antiguos mitos, pero con un brillo clínico y algorítmico. Representan la moralidad del decir-No en atuendo tecnológico: una voluntad no de poder, sino de preservación. Tales sueños no afirman la vida; la evaden. Rechazan su naturaleza trágica, finita y encarnada.

Nietzsche llama a esto la moralidad del "decir-No". Afirmar la vida, para él, no es huir de su caos, sino abrazarlo —decir Sí incluso al abismo.

La Doble Atadura Humana: Desear la Vida, Temer la Vida

Aquí yace la percepción psicológica más profunda de Nietzsche. Afirmamos querer la vida —pero ¿la vivimos plenamente? ¿O simplemente nos aferramos a ella?

Desear vivir para siempre no significa necesariamente que ames la vida. Podría significar que temes la alternativa, el olvido. Queremos vivir para siempre, pero desperdiciamos la vida que tenemos. Esto es nihilismo: cuando la vida pierde su significado intrínseco, pero somos incapaces de dejarla ir. Tememos la muerte pero también rechazamos la plenitud de la vida en su caos y contingencia.

Nietzsche expone esta la contradicción interna: somos tanto decir-Sí como decir-No, desgarrados por el resentimiento y el anhelo. El Eterno Retorno no es solo un enigma metafísico; es un espejo que refleja esta condición trágica.

Valores Enlazados: La Perspicacia Central de Nietzsche

Esta tensión interna, entre afirmación y rechazo, resuena con la visión filosófica más amplia de Nietzsche. En Más allá del bien y del mal §2, escribe: [4]

"Tal vez incluso sea posible que lo que constituye el valor de esas cosas buenas y honradas resida precisamente en su estar estrechamente relacionadas, enlazadas y entretejidas con esas cosas malas, aparentemente antitéticas, tal vez incluso en su ser esencialmente idénticas a ellas."

El bien y el mal, lo noble y lo vil, la razón y el instinto —no son opuestos puros, sino hilos entrelazados. Nietzsche rechaza las oposiciones binarias; en su lugar, ve el entrelazamiento en todas partes. Las oposiciones aparentes son perspectivales y construidas históricamente. Su estilo aforístico y fragmentado refleja esta visión. No es una falta de sistema, sino un rechazo de sistemas rígidos —un método fiel a la textura enmarañada de la vida. El Eterno Retorno es el nudo supremo: alegría fusionada con terror, afirmación trenzada con sufrimiento. Su poder radica en esta tensión no resuelta. Es el enigma ético en el corazón del pensamiento de Nietzsche.

Conclusión: El Eterno Retorno como Espejo Ético

¿Vivirías esta vida de nuevo —tal como es— para siempre?

Esto no es un hecho cósmico, sino un desafío existencial. El Eterno Retorno no afirma cómo funciona el tiempo, sino que pregunta cómo vives. Es un espejo: refleja el grado en que afirmas la vida. Nietzsche no ofrece consuelo, ni cielo, ni garantía. Solo la posibilidad de grandeza, si puedes enfrentar el peso de la vida con un Sí radical.

Eso, para él, es la verdadera revalorización de todos los valores.

Referencias

  1. Nietzsche, Friedrich. La gaya ciencia. Traducción y edición crítica de Andrés Sánchez Pascual. Madrid: Ediciones Cátedra, 2007.
  2. Nietzsche, Friedrich. Ecce Homo. Traducción y edición crítica de Andrés Sánchez Pascual. Madrid: Ediciones Cátedra, 2010.
  3. Nietzsche, Friedrich. Más allá del bien y del mal. Traducción y edición crítica de Andrés Sánchez Pascual. Madrid: Ediciones Cátedra, 2011.
  4. Sánchez Pascual, Andrés. “Introducción” y notas críticas a las obras de Nietzsche. En Obras completas de Friedrich Nietzsche, Ediciones Cátedra, 2007–2011.

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