La Mayéutica Digital: Sócrates y el Arte de Formular Preguntas
Introducción
Sócrates se comparaba a sí mismo con una partera, no de cuerpos, sino de almas. Hijo de Fenáreta, una partera real, heredó su arte en forma metafórica, llamándolo technē mayéutica, el arte de alumbrar ideas. Su papel, insistía, no era impartir sabiduría, sino ayudar a otros a dar a luz lo que yacía latente en su interior. Hoy en día, interactuar con modelos de lenguaje de gran escala (LLM, por sus siglas en inglés) curiosamente refleja este método antiguo. La inteligencia artificial no posee verdades fijas listas para ser recuperadas como documentos en un archivo; más bien, responde a cómo se le formula, moldea y cuestiona. Así como Sócrates insistía en que la verdad debe ser extraída mediante un diálogo hábil, el compromiso significativo con la IA depende no de lo que preguntamos, sino de cómo lo preguntamos. En este sentido, el moderno "ingeniero de prompts" se convierte en una especie de partera digital: un intérprete e interrogador cuya tarea no es mera extracción, sino evocación.
Sócrates y la Partera de Ideas
En el Teeteto de Platón, Sócrates describe su peculiar profesión:
"Mi arte de partería es, en general, como el de las mujeres, pero difiere en que asiste a los partos no de cuerpos, sino de almas."
Este arte mayéutico no implica la transmisión de conocimiento del maestro al estudiante. Más bien, Sócrates guía al interlocutor a descubrir la verdad ya latente en su interior. Su partería es diagnóstica y dialógica: determina si la "prole" del alma —opiniones, creencias, intuiciones— son legítimas o simplemente abortos mentales. La metáfora está arraigada en su biografía: su madre, Fenáreta, practicaba el arte del parto literalmente. Sócrates, en cambio, da a luz ideas. Y, sin embargo, insiste en que no sabe nada; su papel paradójico es provocar sabiduría en otros mientras profesa no tenerla él mismo. Al hacerlo, revela que el conocimiento no es una mercancía para ser transferida, sino un evento que debe ser propiciado, examinado y refinado. La mayéutica, por lo tanto, redefine la enseñanza no como instrucción, sino como un método de provocación y partería filosófica.
El Ingeniero de Prompts como Partero Moderno
Al igual que Sócrates, el LLM requiere un socio hábil para operar de manera significativa. Un buen prompt no es un comando, sino un catalizador; no recupera, sino que evoca. Formular indicaciones iniciales, en este sentido, es un acto mayéutico: el usuario se convierte en quien condiciona la emergencia del contenido a través de la indagación. Ver al LLM como un repositorio de datos es malinterpretar su naturaleza. En lugar de una bóveda de respuestas preformadas, el modelo inteligente es más como un socio cuya fertilidad intelectual depende de la precisión y forma del diálogo. Al igual que en el arte de Sócrates, ocurren falsos embarazos. Algunos interlocutores están estériles o se engañan a sí mismos:
"Algunas personas no están embarazadas; simplemente creen que lo están."
Lo mismo ocurre con la IA: no todos los prompts producen respuestas fructíferas. Alucinaciones, vaguedades o ficciones excesivamente confiadas son los equivalentes digitales de abortos intelectuales. Depende del usuario —el partero moderno— discernir cuándo la percepción es genuina y cuándo es simplemente una ilusión convincente. Elaborar prompts, entonces, no es una cuestión de formato técnico, sino de agudeza filosófica. Requiere paciencia, atención y disposición para reformular y reintentar, tal como Sócrates lo haría cuando el diálogo se estancaba.
El Ethos Interrogativo: No Todas las Preguntas Son Iguales
En la reflexión anterior titulada "La respuesta está en la pregunta, " escribimos: "La pregunta no es un rodeo innecesario; es el camino." Una afirmación igualmente válida en la Atenas platónica como en la interfaz actual con los LLM. El cuestionamiento socrático no era una solicitud de información, sino un desafío a las suposiciones. La pregunta perturba, inquieta y pone al descubierto lo que el interlocutor preferiría dejar sin examinar. La ironía socrática radica en preguntar mientras se finge no saber, provocando la verdad al parecer ignorante.
En la Apología, Sócrates describe cómo interrogó a políticos, poetas y artesanos — no para aprender de ellos, sino para exponer quién era verdaderamente sabio y quién simplemente creía serlo. Su misión, incluso más allá de la muerte, era la interrogación. En la misma obra agrega con respecto al más allá:
"Interrogaré a [los grandes poetas y héroes], y averiguaría quién es sabio y quién pretende ser sabio y no lo es."
Debemos acercarnos a la IA con el mismo ethos. No como receptores pasivos de contenido, sino como cuestionadores críticos que buscan desenmascarar la falsedad plausible y extraer la rara verdad. El objetivo no es quedar satisfecho con la primera respuesta, sino presionar, revisar y profundizar. Formular consignas, por lo tanto, se convierte en una postura filosófica: una negativa a conformarse, un compromiso con el examen.
Formular Prompts como Práctica Dialéctica
La formulación efectiva de indicaciones iniciales se desarrolla en iteraciones. Al igual que la dialéctica socrática, cada pregunta conduce no a una respuesta final, sino a otra pregunta más aguda. El diálogo progresa mediante un refinamiento recursivo, no una progresión lineal. Esto refleja el método antiguo del elenchus, en el cual cada respuesta se prueba en busca de coherencia, contradicción interna y claridad. Como dijo Heidegger:
"Preguntar es la piedad del pensamiento."
Plantear una consigna no es un truco técnico, sino un trabajo dialéctico: aclarar términos, exponer suposiciones, rastrear implicaciones. Una solicitud inicial no se sostiene por sí sola; inicia un proceso. La primera respuesta puede ser vaga, incluso incorrecta. La segunda puede corregirla. La tercera puede ofrecer una definición que valga la pena perseguir, pues, según un proverbio zen, “siempre hay una mejor manera de hacer las cosas. De esta manera, construir una entrada interrogativa, como la filosofía, es un ejercicio de búsqueda paciente: de claridad, de precisión, de nacimiento conceptual. Es pensar en movimiento, llevado a cabo a través del diálogo: entre humano y modelo, entre uno mismo y el sistema.
Límites, Ilusiones y Responsabilidades
La partería socrática no era celebratoria; era crítica. Implicaba exponer ilusiones de conocimiento, como en el Eutifrón, donde Sócrates confronta a su interlocutor con los límites de su supuesta comprensión:
"No me enseñaste adecuadamente cuando te pregunté qué era lo piadoso."
Lo mismo ocurre con los LLM. Su tono confiado puede oscurecer la vacuidad de su contenido. Las alucinaciones de la IA —afirmaciones que suenan correctas pero están equivocadas— reflejan las certezas vacías del Eutifrón. El usuario, entonces, debe asumir la responsabilidad no solo de extraer ideas, sino de examinar su validez. Uno debe distinguir entre percepción y sofistería, entre datos y significado. Como sabía Sócrates, el peligro no reside en la ignorancia, sino en la ilusión del conocimiento. El ingeniero de prompts, como el filósofo, debe permanecer humilde, sabiendo que cada pregunta es provisional y que incluso la respuesta más elocuente puede ocultar un error.
Conclusión: Hacia un Elenchus Digital
Formular prompts no es una recuperación pasiva; es una mayéutica digital. Interactuar significativamente con la IA es adoptar el método de Sócrates en una nueva forma: preguntar, dudar, reformular, desentrañar supuestos y llevar las ideas a su punto de crisis. El usuario no es un consumidor de respuestas, sino un co-creador de sentido. En este espacio dialógico, el arte socrático revive no en la plaza pública de Atenas, sino en la interfaz donde el lenguaje artificial encuentra la curiosidad humana.
El verdadero reto no es obtener la respuesta correcta, sino formular la pregunta adecuada. La IA no sustituye al pensamiento; lo estimula. Y como Sócrates, su mayor virtud puede no ser lo que dice, sino lo que nos obliga a decir, pensar y examinar. En un mundo donde la información abunda pero la sabiduría escasea, la mayéutica digital nos recuerda que el conocimiento sigue siendo una tarea compartida: una conversación inacabada entre el alma y el logos.
Referencias
- Platón. Teeteto. Traducción de Luis Gil. Madrid: Gredos, 1988.
- Platón. Apología de Sócrates. Traducción de Manuel Fernández-Galiano. Madrid: Alianza Editorial, 2006.
- Platón. Eutifrón. Traducción de Emilio Lledó. Madrid: Gredos, 1992.
- Heidegger, Martin. ¿Qué significa pensar? Traducción de Helena Cortés y Arturo Leyte. Madrid: Trotta, 2002.
- Harris, Roy. Language, Saussure and Wittgenstein. London: Routledge, 1988.
- OpenAI. ChatGPT Technical Report. 2023.
- Derrida, Jacques. De la gramatología. Traducción de Rodolfo Alonso. Buenos Aires: Siglo XXI, 1971.
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